Santiago, 16 de noviembre de 2006.
Nos gustaría seguir hablando y rememorando el campeonato y el ascenso. Nos gustaría mirar la labor espectacular de nuestros cadetes y preparar el ambiente para apoyarlos en los logros que están consiguiendo (a propósito, si alguien sabe cuándo y dónde es la final de la sub-16, le solicito darme aviso). Sin embargo nos vemos obligados a retroceder, y a mirar problemas dirigenciales que no quisiéramos tener. En medio de tanto sol, se nos vinieron nubes encima.
En el día de ayer los dirigentes Carlos Jorquera y Miguel Ángel Arguinarena confirmaron sus renuncias a la directiva, renuncias que muchos de los hinchas del "Potro" esperábamos ver retiradas o rechazadas. Sin embargo, el problema central que señalan los renunciados para motivar su acción, que es la incompatibilidad de ideas entre los miembros de la directiva acerca de cómo se debe manejar una institución, no se ha podido superar. El Presidente Luis Bustos y sus adictos siguen en sus trece, actuando sin dar espacio al cambio y a un verdadero diálogo, y en una situación así se comprende que los renunciados confirmen su medida.
Por otro lado, se había constituído un Tribunal de Honor para estudiar la renuncia de estos dirigentes, y de dar un corte a los problemas dirigenciales. Quienes componían este titular eran los señores José Guerra (asistente social), Gerardo Peña (abogado) y Eduardo Mallea (profesor). Se citó a una reunión el día de ayer, a la que no llegó el presidente Bustos. Por ello el profesor Mallea se sumó a los renunciados, seguramente encontrando que no tenía sentido seguir formando parte de un tribunal así si una de las partes no se ponía en manos del mentado tribunal.
Sin embargo, la situación no es puntual; no es sólo este hecho. Podríamos comenzar recordando la polémica, por decir lo menos, Asamblea de Socios, en la cual se eligió una directiva por aplauso, hecho el cual ante el que, al saberlo, uno no sabe si reír o llorar. Podríamos referirnos a la discutible reparación del estadio realizada el año 2005, para la que se asignaron 70 millones de pesos, y de la cual nunca hubo rendición de gastos. A esto además se suman dos "metidas de pata" del presidente Bustos en los últimos días, una de las cuales tiene que ver con nuestro lesionado Claudio Muñoz. ¿Recuerda usted que hace semanas anunciamos que el defensa sería operado al comenzar noviembre? Pues no fue así. El motivo: el club no entregó el cheque en garantía necesario.
Las pérdidas del presidente de la Comisión Fútbol Carlos Jorquera, responsable de la contratación de Luis Musrri y de próceres del Plantel 2006 como Héctor Pericás, y del responsable del trabajo con los cadetes, Miguel Arguinarena, se sienten por la calidad de los hombres que se van, y por los hechos realizados, que ahí los tenemos: todos los vimos. La situación es tal que se rumorea que sus renuncias no serían las únicas: otros dirigentes están estudiando su salida del club a partir de esta situación.
En medio de este panorama quisiera rescatar una frase de Luis Musrri que pudo sonarnos ilusa, y que quizás ahora cobra mayor sentido. "Si la ambición de los dirigentes es mantenerse en primera yo renuncio". Quizás el entrenador nos abrió los ojos. Este año nos abrió los ojos. Un buen trabajo produjo resultados, resultados que abrieron ilusión y ambiciones, pero que no tienen ningún sentido si ese buen trabajo no se mantiene. Deportes Melipilla demostró el 2006 algo que quizás muchos de nosotros no pensábamos: que puede más. Que tiene potencial. Indiscutiblemente fuimos reconocidos como el equipo con el mejor juego de la Primera B. Nos pudimos dar el lujo de enviar a nuestro plantel incluso en avión a destinos lejanos, cosa que ni buena parte de los clubes de la Primera A pueden decir. Por primera vez en la historia del club los cadetes melipillanos disputan un hecho importante. Nuestros jugadores están en la mira de destacados clubes de Primera División, y si no fuera porque es su primer año como técnico, seguro Luis Musrri ya estaba contratado por Universidad de Chile. ¿Qué fue lo que movió todo esto? Trabajo y espíritu de superación. Y tras estos conceptos hubo gente, gente que creyó en este club, gente que se esforzó y puso su tiempo, su bolsillo y sus ganas. ¿Qué lograron? Hacer galopar al Caballito como pocos soñábamos.
Hacernos creer que el 2007 sería distinto... Creer que la pasada por Primera A no sería, como siempre, un saludo a la bandera de un año. Pero esa ilusión ahora se desvanece, se resquebraja, y no por deseo de los hinchas, de la gente que ama a este club. Al parecer hay gente que se conforma con la mediocridad, con marcar el paso. ¿Queremos volver a eso, acaso? Yo al menos no.
Desde la capital de Chile, un hincha de Deportes Melipilla,
Eduardo Peñailillo.
jueves, noviembre 16, 2006
Crisis en Deportes Melipilla.
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